Søren Kierkegaard Fue un prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX. Se le considera el padre del Existencialismo, por hacer filosofía del Sufrimiento y la «Angustia», tema que retomarían Martin Heidegger y otros filósofos de siglo XX. Criticó con dureza el hegelianismo de su época y lo que él llamó formalidades vacías de la Iglesia danesa. Gran parte de su obra trata de cuestiones religiosas: la naturaleza de la fe, la institución de la Iglesia cristiana, la ética cristiana y las emociones y sentimientos que experimentan los individuos al enfrentarse a las elecciones que plantea la vida. En una primera etapa escribió bajo varios seudónimos con los que presentaba los puntos de vista de estos mediante un complejo diálogo. Acostumbró a dejar al lector la tarea de descubrir el significado de sus escritos porque, según sus palabras, «la tarea debe hacerse difícil, pues sólo la dificultad inspira a los nobles de corazón. Kierkegaard murió en Frederiks Hospital tras haber permanecido allí aproximadamente un mes, posiblemente por complicaciones derivadas de una caída desde un árbol cuando era niño. Fue enterrado en el Assintens Cemetery en la zona de Nørrebro de Copenhague.
Ha sido catalogado como existencialista, neoortodoxo, posmodernista, humanista e individualista, entre otras cosas. Sobrepasando los límites de la filosofía, la teología, la psicología y la literatura, Kierkegaard está considerado una importante e influyente figura del pensamiento contemporáneo.
PENSAMIENTO ONTOLOGICO:
l pensamiento de Kierkegaard es una apasionada protesta en nombre del individuo de carne y hueso, que sufre, ama y se alegra, contra el peligro de su inmersión en la colectividad impersonal y anónima. El máximo responsable de ello ha sido según Kierkegaard, el idealismo hegeliano, pues en su sistema no hay lugar para el individuo singular y existente, al quedar absorbido en la universalidad de la Idea Absoluta, cuando precisamente, la no universalidad se constituye en lo más importante y significativo. En el pensamiento idealista, el individuo se limita a ser un simple espectador de su tiempo y su existencia, pues al verse incluido como un mero momento, sumergido en el proceso del pensamiento absoluto, ya no puede realizarse a sí mismo a través de la libre elección de sus alternativas, ahogadas por la necesidad dialéctica del Espíritu. Menos aún, puede comprometerse para incrementar su ser como individuo personal, y poder sentirse cada vez menos, un miembro disuelto anónimamente en un determinado grupo.
Kierkegaard considera que los problemas que importan y angustian al individuo existente, no se resuelven sólo recurriendo al pensamiento, adoptando el punto de vista del filósofo especulativo, sino más bien, por un acto de elección y compromiso a nivel de existencia. Si nos hacemos conscientes de nuestra situación anónima, reaccionaremos afirmando nuestros principios éticos de conducta, y a actuar responsablemente de acuerdo con ellos, aunque vayan en contra de los modos habitualmente aceptados por el conjunto de la colectividad social. Entonces, podrá decirse que nos hemos aproximado más a ser individuos auténticos y no meros agregados de un todo, difuso e impersonal.
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